El Cómplice de los Nueve Picos

 

Nacimiento de un mezcal legendario 

 

Una noche, un hombre se enteró de la existencia de un maestro mezcalero legendario que tenía el don de capturar la esencia de una persona en las gotas del mezcal.

Durante meses consultó con destacados antropólogos, etnólogos y los más reconocidos maestros mezcaleros. La mayoría había escuchado la historia y aunque la tachaban de mera fantasía, el hombre estaba decidido a encontrarlo.

Corroborando en la compleja orografía oaxaqueña, el lugar que mejor se ajustaba a las pistas recabadas era el Cerro de Nueve Puntas, cerca del pueblo de San Dionisio Ocotepec.

Se aventuró a las cercanías del cerro, preguntando a todo con quien se encontraba, pero nadie conocía al tan buscado maestro.

Decepcionado, abandonó el lugar. Pero mientras bajaba del cerro a altas horas de la noche, se encontró con una hermosa mujer de blanco que le hizo una propuesta: si el hombre accedía a seguirla, ella lo llevaría con el maestro.

Conforme atravesaban un campo de agaves silvestres, la tarea se volvió más difícil. Las espinas de los agaves eran cada vez más grandes y la mujer iba tan rápido que surcaba la oscuridad. En este instante, el hombre supo que a quien seguía era la infame Matlazihua, espectro que enamora a los hombres para llevarlos a su perdición. A pesar del dolor y el miedo, su determinación no menguó. El hombre corrió tras ella, espinándose el cuerpo entero.

De pronto, la tortura terminó y se hallaron en un yermo. Al centro de éste se erigía una antigua casa y un palenque mezcalero. Para sorpresa del hombre, la mujer a quien seguía desapareció ante sus ojos. Tras esfumarse, divisó una figura imponente que se asomaba desde el umbral de la casa. Por fin había encontrado al legendario maestro.

Habiendo conversado un largo tiempo, el maestro accedió a revelarle sus secretos, dando pie a una complicidad mutua: cada vez que cualquiera de los descendientes del hombre encontrara al maestro, éste le enseñaría a capturar la esencia de una persona en un mezcal a cambio de mantener el secreto en familia.

Fue así como a través de generaciones, los miembros de nuestra familia han mantenido el sabor inigualable y el secreto de su mezcal: Mezcal Cómplice.

EL CÓMPLICE DE LOS NUEVE PICOS

Nacimiento de un mezcal legendario 

Una noche, un hombre se enteró de la existencia de un maestro mezcalero legendario que tenía el don de capturar la esencia de una persona en las gotas del mezcal.

Durante meses consultó con destacados antropólogos, etnólogos y los más reconocidos maestros mezcaleros. La mayoría había escuchado la historia y aunque la tachaban de mera fantasía, el hombre estaba decidido a encontrarlo.

Corroborando en la compleja orografía oaxaqueña, el lugar que mejor se ajustaba a las pistas recabadas era el Cerro de Nueve Puntas, cerca del pueblo de San Dionisio Ocotepec.

Se aventuró a las cercanías del cerro, preguntando a todo con quien se encontraba, pero nadie conocía al tan buscado maestro.

Decepcionado, abandonó el lugar. Pero mientras bajaba del cerro a altas horas de la noche, se encontró con una hermosa mujer de blanco que le hizo una propuesta: si el hombre accedía a seguirla, ella lo llevaría con el maestro.

Conforme atravesaban un campo de agaves silvestres, la tarea se volvió más difícil. Las espinas de los agaves eran cada vez más grandes y la mujer iba tan rápido que surcaba la oscuridad. En este instante, el hombre supo que a quien seguía era la infame Matlazihua, espectro que enamora a los hombres para llevarlos a su perdición. A pesar del dolor y el miedo, su determinación no menguó. El hombre corrió tras ella, espinándose el cuerpo entero.

De pronto, la tortura terminó y se hallaron en un yermo. Al centro de éste se erigía una antigua casa y un palenque mezcalero. Para sorpresa del hombre, la mujer a quien seguía desapareció ante sus ojos. Tras esfumarse, divisó una figura imponente que se asomaba desde el umbral de la casa. Por fin había encontrado al legendario maestro.

Habiendo conversado un largo tiempo, el maestro accedió a revelarle sus secretos, dando pie a una complicidad mutua: cada vez que cualquiera de los descendientes del hombre encontrara al maestro, éste le enseñaría a capturar la esencia de una persona en un mezcal a cambio de mantener el secreto en familia.

Fue así como a través de generaciones, los miembros de nuestra familia han mantenido el sabor inigualable y el secreto de su mezcal: Mezcal Cómplice.

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